Desde que estaba en el colegio el café hacia parte de mi vida o por lo menos era el mundo de mi padre, desde entonces explorábamos con preparar un capuchino jugábamos a ser baristas, con dosis no muy exactas pero aun así nos creíamos los expertos del café.
Luego empecé a explorar la expresión de mi padre "Un buen café nunca se le pone azúcar", frase que durante años me rondo en la cabeza porque por un tiempo solo el azúcar lograba el sabor que deseaba, pero sin saber con los años mi paladar cambio y el café sin azúcar empezó a tomar su sabor encantador, para iniciar a disfrutar las notas esenciales del café colombiano.
Antes de llegar a mi destino final donde el café se volvió mi todo, lleve a cabo mi profesión como arquitecta y el área comercial; mi vida eran dos mundos: el diseño, color, formas, texturas y las ventas.
Con los años de ejercer mi carrera llegaron nuevas propuestas y en una de esas fue cuando el café tocó la puerta convirtiéndose en mi trabajo, pasión y hobbie.
En un principio solo era una trabajo, inicié con el aprendizaje de los cultivos, el café: pergamino, verde, tostado; los granos buenos, los defectos, la tostión, la cataciones y un mundo que es más grande de lo que imagine.
Fue ahí donde se vuelve fascinante todo lo que me rodeaba y empecé a entender que todo lo que aprendía me encantaba y cada vez quería más. Cada vez que intento una preparación de café me siento renovada y feliz, que cuando hablo con alguien sobre mi trabajo me llena de orgullo, me la paso todos los días creando y en las noches me acuesto a soñar como innovar.
Para concluir mi mundo se convirtió en todo lo relacionado al café, no solo por decisión sino porque es un mundo increíble lleno de magia, sabores, aromas, cuerpo, amargor, etc . Nunca termino de aprender, como nunca dejo de sorprenderme de cada una de las personas que conozco en este hermoso mundo, pensé que solo era una taza café y ahora entiendo que somos miles de personas detrás de esa taza.
Caro Jara
Arquitecta- Directora Ejecutiva